sábado, 28 de julio de 2007

Odio llegar a casa cuando se ha hecho de día

Pero es que tampoco me gusta nada quedarme a dormir en casa ajena y acarrear la pereza del día siguiente: despierta, levántate, mírate y sal espantada antes de que tus amigos y todo el mundo te vea en tu más penosa plenitud nocturna... pero a las 3 de la tarde.

No. Para eso se vuelve de contrabando a las 6 de la mañanita, en el primer metro o en el primer 35, compartiendo vagón con viejecitas arregladas que van a misa de buena mañana o con borrachos que evitas para que su interior no caiga sobre ti.

A pesar de las frigideces, fue muy divertido.

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