sábado, 9 de junio de 2007

Tacones doblados

I. N. dice que es N. y, si lo dice, yo me lo creo, pero lo que no me creo es que una zapatilla andante como la que es esté en casa un viernes a las 22 de la noche.

II. La que ha andado mal esta noche he sido yo. Cuando a las 2.30 hace 29º en Gran Vía y has hecho surf sobre las zapatillas (¡otra vez!) de tu gentil -y genial- amigo Alex, las cosas sólo pueden ir como en palacio: mal y despacio. Titubeante, subida en un par de zancos que, de bonitos que eran, mataban con sólo mirarlos, me he sentido como la Medusa pero al revés: porque eran los demás los que miraban mi ridículo paso y yo quien me quedaba petrificada, con mis tacones casi doblados.

III. Medusas hubo por Madrid hace poco, pero siempre que vienen a la gran ciudad tienen el mismo efecto. Yo, esta vez, me salvé de sus dientes afilados. Lo que me extraña es que a Caravaggio se le olvidara pintárselos.

No hay comentarios: