martes, 12 de junio de 2007

Helios y Faetón

Como en los mejores tiempos de la antigüedad clásica, historia y moraleja que explica cómo conducir mi carro arriba y abajo de Reina Victoria ha sido todo un acto de triunfo y superiodad, ¡oh, simples mortales!, poseedores de vulgares Rolser con estampados de colores tristes y cuadros 'escocesados'. Miradme, que sabéis que no hay carro como el mío. ¡Miradme! y, una vez más, envidiadme, porque nadie más busca caminar bajo sol, nadie más le sonríe, canta a viva voz y nadie disfruta de un momento que juzgáis tan banal.

Porque sólo yo conduzco mi carro hacia el sol mientras todos buscáis la sombra. Esperemos solamente no terminar con un final a lo Faetón. O a lo Narciso...


En la antigua mitología griega, Helios (en griego Ἥλιος Hêlios, ‘sol’) era la personificación del Sol.

Cada día, Helios conducía su ardiente carro de oro a través del cielo desde el este proporcionando luz a dioses y mortales. Al anochecer se sumergía en el océano occidental, desde donde era conducido en una copa de oro en su viaje de regreso a su palacio de Oriente. Sólo Helios podía controlar los feroces caballos que tiraban de su carro fogoso, cuyos nombres eran Flegonte (‘ardiente’), Aetón (‘resplandeciente’), Pirois (‘ígneo’) y Éoo (‘amanecer’).

La historia más conocida que involucra a Helios es la de su hijo Faetón, que murió después de convencerle de que le dejara guiar el carro solar por el cielo.

Faetón alardeaba con sus amigos de que su padre era el dios-sol. Éstos se resistían a creerlo y Faetón terminó acudiendo a su padre Helios, quien juró por el río Estigia darle lo que pidiera. Faetón quiso conducir su carruaje (el sol) un día. Aunque Helios intentó disuadirle, Faetón se mantuvo inflexible. Cuando llegó el día, Faetón se dejó llevar por el pánico y perdió el control de los cabllos blancos que tiraban del carro.

Primero giró demasiado alto, de forma que la tierra se enfrió. Luego bajó demasiado, y la vegetación se secó y ardió. Faetón convirtió accidentalmente en desierto la mayor parte de África, quemando la piel de los etíopes hasta volverla negra. Finalmente, Zeus fue obligado a intervenir golpeando el carro desbocado con un rayo para pararlo, y Faetón se ahogó en el río Erídano (Po).

Su amigo Cicno se apenó tanto que los dioses lo convirtieron en cisne. Sus hermanas, las helíades, también se apenaron y fueron transformadas en alisos o álamos, según Virgilio, convirtiéndose sus lágrimas en ámbar.

wikipedia.es

1 comentario:

Anónimo dijo...

No,si la culpa d los males d África no la tienen las grandes potencias,sino Faetón el fardón.Muy poética,toda una lección magistral de mitología griega,a ves si vas a ser una musa...