Pero es que tampoco me gusta nada quedarme a dormir en casa ajena y acarrear la pereza del día siguiente: despierta, levántate, mírate y sal espantada antes de que tus amigos y todo el mundo te vea en tu más penosa plenitud nocturna... pero a las 3 de la tarde.
No. Para eso se vuelve de contrabando a las 6 de la mañanita, en el primer metro o en el primer 35, compartiendo vagón con viejecitas arregladas que van a misa de buena mañana o con borrachos que evitas para que su interior no caiga sobre ti.
A pesar de las frigideces, fue muy divertido.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario