Se acabó la etapa críptica. Volvemos a ser asertivos porque chicos bien, moral alta. No tengo nada de lo que quejarme y no paro de hacerlo. Tengo mil cosas que hacer y me dedico a perder el tiempo. Quiero contar tantas cosas que al final me quedo en cuatro trazos y, hala, cambio de lienzo.
Y esto no puede ser.
Así que basta de acertijos, de palabras quejicosas y de estados de ánimo que no sean los que merecen los tiempos que corren, que son grandes.
Llevo un retraso galopante en inglés pero ahora me da por temblar ante la idea del examen. Hace semanas que no llego al trabajo antes de las 9.30. Pienso en el sábado y pienso en el fútbol. Llevo 4 días redondos sin comer una pieza de fruta tan sólo por no ir a comprarla. No he visto ni medio partido de Roland Garros. Me voy a dormir a las 20.00 y son las 8 y sigo durmiendo. Por la mañana, no reconozco las caras de la gente ni las razones por las que están ahí. Cada día me mancho de pasta al lavarme los dientes. Una pila de ropa espera a que la planche desde que volví de mi viaje, que sigue bien guardadito en una mochila.
Y esto no puede ser.
jueves, 7 de junio de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario