Abre los ojos y mira dónde estás. No, ahí no. Mira bien. No, tampoco. Ni siquiera tienes a nadie al lado. ¡Concéntrate!
Aah, así que estás entre algodones; abrazos y brisas, hojas de un amarillo apagadísimo y un pelo rizado que no te deja ver más allá de la niebla.
Eso es. Estás en casa.
Hasta mañana.
miércoles, 23 de abril de 2008
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