Vai e torna vincitore.
Así es como bendicen y despiden a los caballos en Siena antes de correr el Palio, esa carrera sanguinaria, de empujones, trampas, caídas y muertes. En un ensayo clínico no hay -salvo las farmacológicas- ningún elemento tan rastrero, pero sí que hay sangre. Y mucha. Y cuando sale disparada por ambos brazos, una sólo puede pensar que ha conseguido en su propio cuerpo todo un efecto Kill Bill y relajarse, o, por el contrario, esperar la visita de la eterna Death y... eso... morir, pero siempre comiendo un hot-dog, que incluso con su mostaza y pepinillo es mejor que el puré, el menú sin sal o el agua a raudales.
Antes que la comida de avión o de hospital, prefiero una comida de muerte. Y, recalco, sin camisón.
lunes, 3 de marzo de 2008
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