Pasan los meses y se va a cumplir un año. El día 14. En febrero. Como los enamorados, sólo que sin. Y, después de todo este tiempo y de tanto metro (pesado y ligero), sigo sin entender por qué Alonso Martínez huele a napolitana de chocolate.
Yo, por lo menos, nunca me pararía a tomar un café a 3 metros bajo tierra. Ni a 3 por encima. Tan triste es mi vida, que tuve que abandonar el café. Y, lo que más me duele, el caffè.
Echo de menos los cornetti. Y ser Siena. Y toda Siena.
viernes, 25 de enero de 2008
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